La vida actual hace que las viviendas acumulen cada vez más vapor de agua, resultado de duchas, cocinas, lavadoras, planchas, secadoras... ese vapor de agua, comúnmente conocido como vaho, puede multiplicarse en invierno.
Y es que, con la llegada de esta época del año, el frío hace que nuestras casas experimenten, en mayor medida, los fenómenos de condensación, culpables de que se empañen las ventanas, cristales, espejos e incluso se vea agua depositada sobre las paredes y la carpintería de la casa. El contraste de temperaturas, hace que el vapor acumulado en las viviendas se condense, pasando del estado gaseoso al líquido.
Estos problemas, debido a un nivel de humedad ambiental alto en casa, generan la aparición de moho, hongos, malos olores, manchas y descascarilles en paredes, dificultades para calentar la casa y la ropa siempre humedecida. Pero es que además, ponen en riesgo la salud, pues altera la calidad del aire que respiramos. Así el asma, la sinusitis, alergias respiratorias, cefaleas, etc., pueden favorecerse en entornos con problemas de condensación.
Por si fuera poco, en la estructura de los edificios, también puede darse este fenómeno. Denominado en este caso, condensación intersticial, se origina del mismo modo que el anterior, solo que se da en el interior de los muros. Cuando la temperatura cae, el vapor de agua traspasa los cerramientos que no son impermeables a éste y atraviesa la capa del aislante térmico de los muros, lo que hace que el agua se precipite dentro del aislante y surja la condensación.
Teniendo en cuenta que estos problemas de humedad, además de la aparición de vaho en ventanas, provocan goteos constantes de agua que crean charcos, humedecen mobiliario, elementos de madera y causan graves daños en aparatos e instalaciones eléctricas, es fundamental estar alerta para poner remedio a este problema cuanto antes, y para ello deberemos tener en cuenta algunos aspectos: