Sobrevivir a una reforma

Organizar una reforma requiere cierta planificación para que la casa no se convierta en un totum revolutum que sólo conseguirá llenaros de estrés. Por eso conviene planificarla con tiempo y tenerlo todo preparado para que las molestias se reduzcan al mínimo el día que comience la obra.

Fecha de la reforma

Las reformas que se realizan en invierno son menos molestas para los vecinos: al tener las ventanas cerradas, el ruido se amortigua y entra menos polvo. Sin embargo, llevar a cabo una reforma en verano puede acelerar los tiempos, ya que los materiales secan antes. Nunca te vayas de vacaciones durante la obra. Tienes que estar encima sin molestar para comprobar que todo se hace como has acordado.

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Plazos de la reforma

Es muy importante conocer el plazo de la reforma. Por eso debes pedir al contratista que te lo detalle con exactitud en el contrato. Las organizaciones de consumidores aconsejan introducir una cláusula en la que se diga que por cada día de retraso se descontará una cantidad, que tú mismo debes cifrar (unos 60 €). Es importante dejar constancia por escrito de los materiales exactos que deseas para no encontrarte luego con sorpresas de última hora que retrasen la obra.

Planificación de los horarios y los tiempos

Conviene que el contratista te informe con antelación de qué operarios y oficios llegarán a tu casa en cada momento. ¿Trabaja el carpintero los sábados? ¿Llamará el escayolista al timbre a las 8 de la mañana? ¿Te dejará el fontanero sin agua un par de días, incluido el fin de semana? Necesitas poner tus horarios y que el contratista los conozca. También conocer si en algún momento de la reforma necesitarás salir de casa y buscar alojamiento alternativo.

Un interlocutor de obra

Es importante que un solo miembro de la familia sea el interlocutor de la obra para evitar malentendidos y confusiones. Esa debe ser la única persona que transmita sugerencias o quejas o que haga preguntas sobre la reforma. Y debe hacerlo sólo al arquitecto o contratista, nunca a los operarios, salvo fuerza mayor.

Guarda o cubre los muebles

Necesitas guardar todos aquellos objetos decorativos y cosas que puedas trasladar. Si no es posible trasladar algunos muebles, pide expresamente que lo hagan antes de comenzar la obra: los muebles delicados y los marcos de la puerta se cubren con cartón; para otras áreas bastará con plástico; el suelo y las escaleras se tapan con papel. Si alguna habitación no se va a tocar, ciérrala y sellala alrededor con cinta de carrocero. Haz lo mismo con los armarios y cúbrelos con plástico. El polvo para por las holguras más pequeñas de muebles y puertas… Sella también los conductos del aire acondicionado, para que no te salga el polvo de un lado por otro.

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Cuelga plásticos en las puertas de paso

En cada momento necesitas ir aislando las zonas en que se está desarrollando la obra para evitar que el polvo se traslade de una zona a otra. Hazlo colgando plásticos de los marcos de las puertas, de forma que vayas separando los espacios de trabajo de los que, en ese momento, no lo son.

Espacios para la obra y los obreros

Indica a los operarios qué baño pueden utilizar y prevé las toallas que usarán. Indícales también en qué lugar pueden llenar los cubos de agua que necesiten y dónde pueden lavar las brochas los pintores, por ejemplo. Indícales también el lugar en el que puede almacenar sus utensilios y materiales mientras dura la obra y cada vez que terminen la jornada. Hazles las indicaciones necesarias sobre volumen de música y radio, si pueden fumar dentro, etc.

Prevé siempre una zona para la vida cotidiana

Si la casa es lo suficientemente grande, puedes prever una zona en la que se pueda seguir viviendo mientras dura la obra. Trata de que sea cómoda y agradable y mantenla limpia y recogida.

¡Y a esperar que la obra pase! Seguro que una vez finalizada, las molestias habrán merecido la pena.

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Fotografías: Alpina, Bosch

Más artículos de: Hogar Sano

Publicado el: 23-04-2012 | Autor: María Tebar

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