El pasado 23 de enero se cumplieron 25 años de la desaparición de un genio, de un artista surrealista, de un loco, de un hada… el 23 de enero de 1989 moría en el hospital de Figueras Salvador Dalí, aunque quienes le conocían bien, apuntaron que esa fue solo su muerte física, porque su alma murió seis años antes con la desaparición de su mujer y musa, Gala.
Dalí no deja indiferente a nadie, su extravagante vida ha conseguido convertirle en mito, y 25 años después de su muerte su recuerdo está más vivo que nunca, y el interés por su obra, su vida y su locura suscitan muchísimo interés entre quienes tuvieron la suerte de conocerle, y sobre todo entre quienes lo han conocido ya casi como un genio clásico.
Dalí descansa en el museo de Figueras, un lugar de visita obligada si os gusta el arte y os atrae la figura de Dalí. El lugar de su entierro ha despertado comentarios de todo tipo desde el mismo momento de su desaparición.
Dalí diseñó una cripta en la base del Castillo de Púbol, con dos tumbas, destinadas al entierro de Gala y al suyo propio, y efectivamente, Gala está enterrada en su Castillo, pero la tumba de Dalí permanece vacía. Parece que en sus últimos días Dalí manifestó su deseo de ser enterrado en su museo de Figueras…
Quienes conocieron de primera mano su amor por Gala creen que el no está nada satisfecho con el lugar de su enterramiento y opinan que el desearía descansar en Púbol junto a Gala… sin embargo hay otras personas que creen que el museo de Figueras es una verdadera locura, un ir y venir de gente, un espacio que refleja perfectamente la impredecible personalidad de Dalí, y creen que Dalí estará encantado de estar allí.
Dalí fue diseñador gráfico, pintor, escritor, escultor, cineasta… fue un artista en el más amplio sentido de la palabra. Su vida discurrió en diferentes enclaves pero siempre estuvo enamorado de Cadaqués, de hecho durante su etapa neoyorquina solo dibujó paisajes de Port lligat.
Dalí hizo de todo, incluso pintó cuadros de esos que a algunas personas no les gustan porque creen que "hasta un niño podría pintarlos", sin embargo, en su caso queda claro que lo hizo porque así lo quiso en ese momento, porque otras de sus obras dejaron claro que su dominio del pincel era impresionante. Es el caso de los relojes blandos o el Cristo de San Juán de la Cruz.
Tal y como decía aquella canción que el grupo Mecano dedicó a Dalí cuando éste estaba ya a punto de fallecer: Los genios no deben morir.
Fotografías: PortoobelloStreet
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Publicado el: 31-01-2014 | Autor: Olaia Pellón