La tradición se adueña de tu casa para vestirla de la Navidad más entrañable. Un estilo clásico que hace guiños a la actualidad, pero sin perder nunca el tradicional espíritu que se respira en cada celebración.
La Navidad Clásica, es la más común de las Navidades. La Navidad de toda la vida, la del abeto navideño, la del portal de Belén, la de la guirnalda, la bola, el espumillón… y también la del mantel de hilo y el candelabro de plata sobre la mesa.
Si nos centramos en la mesa, suele destacar por la armonía cromática, los colores claros, formas redondeadas, y sobre todo porque suele estar repleta de accesorios, como servilleteros, platillos para el pan, pequeños adornos, salseras, bandejas…
Si pensamos en el árbol, suele ser grande y se presenta repleto de figuritas, que generalmente se caracterizan por presentarse en tonalidades semejantes. El dorado es una apuesta sobre seguro, pero este tipo de Navidad también acepta otros tonos, como el plata o el azul.
A las figuritas del portal de Belén casi podríamos considerarlas como el buque insignia de la Navidad clásica, porque esta era la forma tradicional de decorar los hogares en España, hasta que se importara la americana costumbre del abeto navideño.
Pero la Navidad clásica también es aquella que se cuela sutilmente en cada estancia de nuestra casa. Esa que no necesariamente destaca sobre el resto de la decoración, sino que es capaz de integrarse en ella sin apenas hacer ruido, sin que se note nada más que el entrañable ambiente que genera.
En la Navidad clásica cobran especial relevancia todos aquellos acontecimientos que se desarrollan alrededor de la mesa. El menaje, la mantelería, la cubertería, la cristalería, el centro de mesa y todos aquellos accesorios que nos acompañen durante la celebración, tendrán tanta importancia como el propio menú, para conseguir un embriagador ambiente a tradición.
El cristal es el material que proporciona el brillo más profundo, intenso y sentimental. Hace que se refleje sobre el, el color y la luz, dando profundidad a cada complemento. El resultado es el de una Navidad absolutamente espiritual.
El centro de nuestra mesa debe estar siempre presidido por un gran centro decorativo, y en ocasiones, es el elemento que más protagonismo llega a adquirir de todos los que componen nuestra mesa.
La Navidad clásica es esa que decía el villancico: ooohhh !!! Blanca Navidaaaad… y toda nuestra casa aparece nevada, repleta de accesorios de decoración resistentes a las bajas temperaturas.
La Navidad clásica es quizá una de las más serias, pero también la más entrañable y emotiva. Pero dentro de ella también debe tener cabida ese punto divertido que no debe faltar en cualquier hogar en el que haya niños. Por esa razón también existen figuras y muñecos que responden a este estilo, y que encantan a los más pequeños.
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Fotografías: Sia, Villeroy & Boch, Lladró, Royal Copenhagen