La mayoría de nosotros no nos damos cuenta de nuestras costumbres alimenticias erróneas, por eso hoy queremos pararnos a reflexionar sobre esos malos hánitos, para poder ponerles remedio cuanto antes.
Infravalorar el desayuno: se trata de una de las comidas más importantes del día y debe contener hidratos, proteínas, grasas y vitaminas. Si nos la saltamos, no sólo llegaremos ansiosos a la hora de la comida y comeremos más cantidad, sino que nos faltará la energía para asumir toda la mañana.
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No dedicarle el tiempo preciso y necesario: La comida y el tiempo para comer tienen que ser respetados por encima de todo, pues de la comida sacamos las energías necesarias para llevar a cabo el día.
Comer a cualquier hora: Debemos realizar cuatro comidas principales en horarios regulares, comenzando el día con un desayuno completo y una comida principal en el almuerzo. Reducir la ingesta por la tarde y la noche.
Comer entre comidas: A veces nos empeñamos en comer poco y, al final, lo que ocurre es que nos entra hambre a todas horas y terminamos atacando la nevera y comiendo lo primero que nos encontramos.
No beber suficiente agua: El cuerpo necesita al menos dos litros de agua al día. Debemos beber a cualquier hora del día, no esperar a tener sed.
Realizar dietas bajas en calorías: Ya sean vegetarianas o muy restrictivas, que pueden llegar a provocar carencias de distintos nutrientes.
Eliminar por completo las grasas: no debemos comer alimentos muy ricos en grasas, pero grasas saturadas y dañinas. En cambio si debemos consumir grasas saludables como las de pescado, que son ricas en omega-3 y las nueces entre otras, puesto que nuestro organismo las necesita para el buen funcionamiento de nuestras células.
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Falsos mitos alimenticios: se cree que el pan integral engorda menos que el pan blanco. La realidad es que ambos tienen el mismo número de calorías, la diferencia es que el pan integral tiene mucha más fibra.
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Realizar otras actividades mientras comemos: como trabajar o ver la televisión. Hay que disfrutar la comida desde su apariencia, su aroma, su sabor y su textura. Es importante que el alimento recorra toda nuestra boca, para aumentar el contacto con las papilas gustativas. Ellas son las que envían el mensaje a nuestro centro de saciedad en el cerebro, y luego éste nos enviará señales para detener la ingesta y no comer en exceso.
Comer de pie: es un error, hay que comer sentados y en buena posición.
Comer chicle: el chicle provoca hambre, así que nos puede hacer comer de manera compulsiva. Además, produce gases en el estómago de manera que se hinchará produciendo un efecto nada deseado. Si quieres ‘engañar’ a tu apetito entre comidas, consume snacks sanos como fruta, un yogur o un zumo natural.
Consumir azúcar en exceso: no basta con dejar de comer caramelos, hay alimentos que tienen mucha cantidad de azúcar y no nos damos cuenta, como los yogures. El alto consumo de azúcar puede afectar el cabello, debilitar la piel y hacerla propensa a la aparición de arrugas.
Consumir sal en exceso: los alimentos congelados por ejemplo, aunque nos sacan de apuros, son muy perjudiciales para la salud por su alto contenido de sodio. La sal puede causar retención de líquidos e hinchazón en diferentes partes del cuerpo, especialmente en nuestros ojos.
No comer suficientes frutas y verduras: los vegetales contienen una gran cantidad de minerales y vitaminas necesarios para el organismo. Pasarlo por alto pueden dañar severamente tu salud.
Tentaciones a la vista: es difícil resistirse a los dulces o los snacks por lo que es necesario que tengas la precaución de no tener al alcance de la mano este tipo de alimentos. Es preferible que mantengas a la vista alimentos saludables como frutas o verduras.
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Beber alcohol: las bebidas de alta graduación como el ron, el whisky o el vodka además de producir una horrible resaca, engordan mucho. 100 ml de ginebra son 244 calorías, las mismas que el whisky escocés. Además, al combinarlas con un refresco puedes aumentar otras 140 calorías más. Una copa de vino tinto es la opción más adecuada si vas a tomar alcohol ya que tiene sólo 65 calorías.
Comer antes de acostarte: esta mala costumbre puede conducirte a un importante aumento de peso y a una gran incomodidad al día siguiente, pues la digestión se hace mucho más lenta y los alimentos se tornan difíciles de digerir.
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Categorías: Belleza y salud
Publicado el: 14-01-2015 | Autor: Olaia Pellón