El color es una de las cosas que más evidencian las modas, las corrientes decorativas, los estilos… Cada temporada la moda cambia, tanto la personal como la decorativa, y una de las cosas que cambia con ella, son los colores dominantes.
Pero a la hora de decantarnos por unos u otros debemos ir mucho más allá de lo puramente estético, ya que cada color influye en nosotros de maneras muy distintas. Nosotros mismos somos capaces de relacionarlos con nuestros estados de ánimo, con acontecimientos de nuestra vida o con determinados sectores sociales.
Y es que la vida es un arco iris, y si no, no tenemos más que fijarnos en la infinidad de veces que utilizamos un color para evidenciar algunos momentos. Expresiones como…
son algunos ejemplos de cómo somos capaces de relacionar la vida y el color casi sin darnos cuenta.
El color es el hijo de la luz y de la sombra… porque precisamente de ahí es de donde nacen todos los colores y tonalidades, y el padre de la temperatura y de las emociones!! porque de cada color se desprenden sensaciones tanto térmicas como emocionales, que influyen en nosotros alterando nuestro sistema nervioso.
Nuestra personalidad está directamente ligada a nuestro color favorito. Por ejemplo, si tu color es el rojo, tu carácter será el de una persona extrovertida, positiva y sobre todo enérgica.
Si preguntamos a un buen número de niños, un alto porcentaje de ellos nos contestarán que su color favorito es el amarillo o el naranja, ambos, colores muy luminosos, alegres y muy relacionados con la creatividad. Sin embargo, en los adultos, es más fácil encontrar adeptos al color azul, un color vital, sereno, y relajante.
Pero además, los colores también están relacionados con otro tipo de aspectos, emotivos, sociales o políticos. El rojo es el color del amor, mientras que el verde es el color de la naturaleza y el ecologismo. En política, los colores diferencian la derecha de la izquierda. El marrón es un color masculino, el naranja es el color con el que se relaciona al País del sol naciente, y el violeta esta directamente ligado a la espiritualidad.
El color también tiene la capacidad de modificar la sensación espacial de una estancia. Los colores oscuros alejan las paredes. Producen el efecto de hundir, haciendo que los espacios parezcan más profundos, mientras que los colores claros acercan, reduciendo visualmente las dimensiones de la habitación. Por el contrario, son los colores claros los que aplicados sobre paredes contrapuestas a la entrada de la luz, potencian especialmente la luminosidad de la estancia.
Mediante las diferentes combinaciones de color, también podemos crear espacios adecuados para determinado tipo de acciones. El contraste de tonalidades crea ruido y movimiento, adecuando la estancia para realizar actividades creativas, infantiles, o aptas para personas que precisan determinado tipo de estímulos externos para su desarrollo.
Si por el contrario optamos por un uso continuado de tonalidades semejantes, el espacio resultante estará preparado para alojar estancias de estar, habitaciones destinadas al relax, adecuadas especialmente para personas muy activas que necesitan ayuda externa para conseguir relajar su sistema nervioso.
“Todos los colores son bonitos” Eso por lo menos es lo que opinan muchas personas. Pero esa afirmación es el contrapunto a la de que “para gustos se hicieron los colores”, que viene a decir todo lo contrario. Está claro que ponerse de acuerdo en un tema como este será complicado, porque ante los ojos de cada persona, los colores tienen matices muy distintos.
Lo que si es cierto es que el color es luz, es belleza, es armonía y delicadeza a la vista, pero sobre todo, es nuestro equilibrio psicológico, físico y emocional. Por tanto, requiere un estudio previo, y sobre todo la concesión de la importancia que tiene.
Reportaje publicado en: DecoEstilo Magazine Marzo 2009
Fotografías: Bruguer
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Publicado el: 14-05-2009