Il Salone

Trabajar y ser atendido como en casa: esta es la idea primigenia detrás de éste nuevo concepto de peluquería y del proyecto de interiorismo realizado para el cliente. Por tanto, a parte de ser un estudio de belleza, intenta también recordar un salón: Sus butacas, mesas de centro, la iluminación colgante y sus pavimentos típicamente domésticos han sido seleccionados con el fin de reproducir, no la típica decoración de casa, sino la sensación de confort y calidez hogareños. 

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Desde el exterior podemos ver a través de su transparente fachada todo el interior de un recinto que lejos de esconder, pretende exhibir una manera de trabajar honesta, dedicada y sin artificios.

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Por ello, bajo el rótulo en el cual se describe un logotipo a medio camino entre el minimalismo y el lettering vintage, con apenas sutiles referencias figurativas al corte, solo encontraremos cristal limpio y transparente sin filtros ni veladuras. 

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Nos recibe justo al entrar un pavimento de roble natural, que por su calidez amortigua la excesiva blancura y resplandor típicos de los salones de belleza de la primera década del 2000.

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Esta moqueta de madera, de gran resistencia y sencillo mantenimiento, sube por las paredes creando un zócalo recrecido que aloja iluminación indirecta y sirve de trasera de fijación para los sencillos estantes que conforman cada tocador, conjuntamente con un espejo circular que flota sobre el plano vertical, y una butaca de líneas puras, en color chocolate oscuro y de gran calidad ergonómica. Sentada en ésta, más que un cliente “un invitado”, y tras él, más que un peluquero una anfitriona que le hará sentirse como en casa.

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Las líneas oblicuas comúnmente utilizadas para describir tejados a dos aguas, se han utilizado en este local para rematar los perfiles de los dos recintos íntimos del establecimiento, el lavabo y el almacén, creando mediante el juego de perspectivas, la silueta de una casa.

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Asimismo,  y sobre las paredes laterales del local, angulosas sombras de grises superpuestas entre sí, atenúan el contraste y sirven de transición visual entre los blancos planos verticales y los techos de vuelta catalana que ya aquí en tonos de profundo gris realzan la altura y elegancia del conjunto.

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La textura de la madera y los tejidos de las tapicerías, fluctúa entre las tonalidades térreas y los grises de diferente gradación, y su riqueza táctil constituyó el principal criterio de selección a la hora de componer el mobiliario de recepción, atención al cliente y espera que en vez de complementar, protagonizan el espacio, convirtiendo el local en un rincón de hogar.

Las butacas tapizadas en gabardina, con respaldo, brazos y asientos acolchados, reemplazan los bancos corridos típicos de las sala de espera; los revisteros son reemplazados por mesas de centro, el mostrador por un aparador de comedor, el exhibidor de producto por una vitrina sin cristal y las luces técnicas empotradas por lámparas colgantes sin pantalla de bombilla de bulbo transparente.

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Por último, los lava cabezas,  que por funcionalidad no deben asemejarse a ninguna pieza de mobiliario doméstico, se ubican al fondo del local, flanqueados por una pared sobre la cual la cliente, iluminando cuidadosamente dos ampliaciones en blanco y negro de Sophia Loren y Macello Mastroianni,  ha querido hacer un elegante guiño a sus orígenes, a la atemporalidad de la belleza en ambos géneros, y a una época en la cual teníamos tiempo para visitarnos en casa y dejarnos cuidar. 

 Imagen salone 8

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Más artículos de: Interiorismo

Publicado el: 15-11-2013 | Autor: Olaia Pellón

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