La ropa debe venir etiquetada, eso lo sabemos... Pero al mismo ritmo que ha mejorado la legislación sobre etiquetado textil (composición, procedencia y lavado), cada vez conocemos más fraudes y acciones poco éticas en la materia: “camuflaje” de la procedencia de la prenda, tintes de tejidos potencialmente perjudiciales para la salud, ropa de marca española fabricada en lejanos países en condiciones de trabajo reprobables… La cuestión es: ¿Podemos detectarlo?
LO QUE LA LEGISLACIÓN DICE…
Los fabricantes están obligados a etiquetar su ropa, y a hacerlo, al menos, en castellano para que pueda comercializarse en España. Aquí, como en el resto de la Unión Europea, en la etiqueta de los productos textiles debe figurar composición (con porcentajes), país de origen (o espacio económico, ej. CE), nombre del fabricante o su número de identificación fiscal, y finalmente normas de lavado y mantenimiento.
Los símbolos de lavado son universales y siguen un estándar comúnmente aceptado por todos los países. Las etiquetas deben ser siempre textiles y venir cosidas a la ropa. Si ésta va envuelta, entonces también la información de las etiquetas debe figurar fuera en el paquete. En la ropa de hilo que pese menos de 40 g (pongamos unos calcetines) no es obligatoria la etiqueta textil cosida, sino las indicaciones precisas en la caja o envoltorio, haciendo constar el número de unidades que van dentro o que se incluyen en el pack completo.
En la composición de la ropa, debe figurar siempre el porcentaje de cada fibra. Si una prenda tiene al menos un 85% de una materia (pongamos lana), puede figurar simplemente ese porcentaje y ningún otro. Ahora bien, como consumidores también debemos ser exigentes y comprar prendas con la información completa. Por ejemplo, si en una prenda pone 85% de algodón, nos quedamos sin saber si el resto es de elastano, una fibra que aporta elasticidad a las prendas haciéndolas más cómodas…
En la ropa fabricada con varias fibras, cuando ninguna llega al 85 por ciento de la composición, es obligatorio que figuren los dos porcentajes más representados, y el resto ordenados decrecientemente, pero sin necesidad de porcentaje. La especificación “otras fibras” puede calificar a aquellas que no tengan un peso específico de más del 10% en la composición. Si una prenda está compuesta de varios tejidos (pongamos un abrigo con forro de otro tejido), entonces no es necesario que cada tela vaya etiquetada por separado, sino que una sola etiqueta puede englobar las composición de las dos telas.
LO QUE PUEDES HACER COMO CONSUMIDOR…
Hasta aquí, la legislación. Ahora bien, cada uno podemos responsabilizarnos de alguna manera de nuestras propias compras, siendo exigentes con el etiquetado y buscando aquellos productos que cumplen con las condiciones que nosotros como consumidores pensamos que son deseables...
La externalización de la producción textil en los últimos años ha venido dada por un coste de la mano de obra mucho más barato en muchos países en desarrollo, pero también por legislaciones laborales y medioambientales menos exigentes en esos Estados. Traducido, esto significa que comprar “made in China” o “made in Bangladesh”, por ejemplo, tiene más riesgo de estar comprando prendas fabricadas en condiciones de semiesclavitud o con mano de obra infantil. Si para ti es importante, presta atención a ese punto. Por cierto, no te dejen engañar por siglas como “made in RPC” (República Popular China) u otras que se parecen al símbolo CE: lo único que hacen es camuflar el origen de forma burda…
La composición es otro dato a tener en cuenta. Las materias primas como el algodón y la lana tienen cualidades naturales que a veces pueden ser mejoradas con una mezcla de alguna fibra en pequeños porcentajes, pero es difícil sustituirlas. Es cierto que hay fibras, fabricadas por las grandes multinacionales químicas, que tienen cualidades francamente interesantes para combatir el frío, eliminar la transpiración o propiedades ignífugas o impermeables... Pero lo cierto es que salvo que realices actividades muy exigentes o que precisen de este tipo de tejidos, nada como las fibras naturales.
Finalmente, seamos realistas… No podemos ser exigentes con los tintes de las prendas que compramos porque ninguna etiqueta está obligada a exponer nada al respecto. Pero si compramos ropa de algodón orgánico o de lana certificada, por poner sólo dos ejemplos, sí podremos tener la certeza de que el algodón no ha sido teñido con productos perjudiciales para la salud, que en el mejor de los casos producirán dermatitis.
Y además de las etiquetas, observa la prenda, mira el precio... Piensa lo que cuesta fabricar una camiseta y transportarla desde su lugar de producción a nuestro país… ¿Es posible que su precio sean sólo 3 euros? Salvo ofertas puntuales, piénsalo bien, y verás que es incoherente. Mejor apostar por menos ropa y de más calidad y duración. Sin dejarse engañar por las marcas de lujo y deportivas de alto nivel, que venden diseño y tejidos algo mejores, pero que fabrican también su ropa en lejanos países en condiciones varias veces denunciadas por las organizaciones humanitarias…
Fotografía portada: Deluxe Cleaners
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Publicado el: 13-05-2013 | Autor: María Tebar