Con el final del mes de julio me despedí de vosotros pensando que tenía un sinfín de días por delante. Días suficientes para hacer de todo, pero como intuía, ni eran tantos, ni darían tanto de si…
Las vacaciones tocaban su fin hace unos días en los que llegaba a mi casa arrastrando lentamente una maleta cargada de ropa por lavar. Mi cara en absoluto reflejaba el sentimiento de alegría que me era imposible ocultar a la ida, ahora recordaba más al de la resignación y la melancolía.
Sobre mi cuerpo todavía las huellas de un verano intenso, las marcas del bronceado, las ampollas de esas malditas sandalias que me encantan, el cansancio de tantas horas al volante…
Al cruzar el umbral de mi casa sentí un aroma familiar que me hizo esbozar una pequeña sonrisa. Era el olor de mi casa, ese al que durante el año me acostumbro y dejo de percibir, pero ahora lo sentí agradable en mi nariz. Sin embargo no fue suficiente, todavía me pesaba demasiado el sentimiento de la vuelta.
A la mañana siguiente me levanté para darme cuenta de que todo había cambiado, y que volver a casa también tiene su recompensa.
La relajación y el placer de dormir en mi cama me habían hecho olvidar que se me habían acabado las vacaciones, sentía mi espalda mejor que nunca, y en ese momento reparé en que hay cosas que las vacaciones por muy placenteras que sean, no consiguen superar al día a día, como por ejemplo dormir en un colchón hecho para mi.
Pero aún me quedaban más sorpresas...
Mientras desayunaba pude comprobar que en mi taza de cada día, el café sabe mucho mejor. Y disfrutando de ese café, me di cuenta que la decoración es uno de nuestros más fieles amigos. Ese que nos espera siempre al volver, que nos abraza y nos consuela, y que nos hace sentir que volver a disfrutar de nuestra casa, compensa cualquier final.
Los lugares de vacaciones tienen muchas ventajas, hacen que disfrutemos de cosas que durante el año no tenemos cerca. Del sol, de la playa, del tiempo libre, de los amigos que viven lejos…
Pero hay una cosa que está por encima de todas las demás, y que hace que a la vuelta valoremos mucho más aquello que tenemos, pero a lo que ya nos habíamos acostumbrado y no dábamos la importancia que merece. Todas las comodidades que la decoración nos brinda en nuestro hogar.
Nuestra casa ha ido creciendo poco a poco según nuestras necesidades, y finalmente se ha convertido en el mejor lugar para vivir.
Al llegar al apartamento de vacaciones comprobamos que nos falta no sé qué cosa para poder cocinar cierto plato, que la posición de sofá nos obliga a ver la televisión en una posición contraria a la que nos gusta… que el armario ropero no tiene la altura suficiente para nuestros vestidos largos…
Definitivamente como en casa en ninguna parte, así que vamos a hacerle un regalo y vamos a ponerla a punto. Vamos a llenarla de novedades, para que cada uno de sus abrazos se sienta diferente al anterior, para que nunca nos acostumbremos a sus caricias, y continuemos estremeciéndonos todos los días mientras disfrutamos de ese primer café.
Hoy ya han pasado unos días de mi vuelta, y ansiaba como nada en el mundo volver a ocupar este lugar, reencontrarme con los lectores y volver a ocuparme de todo cuanto suceda en torno a la decoración.
Encantada de volver a veros.
Fotografías: Potterybarn, Massimo Dutti, Jardín de Teca, Sia, Ideal Standard, Villeroy, Nueva Línea, BoConcept, Azcue
Por Olaia Pellón
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Publicado el: 04-09-2009 | Autor: Olaia Pellón