Estos días en que la nieve ha cubierto de blanco nuestras ciudades hemos tenido la oportunidad de ver un paisaje diferente desde la ventana de nuestra casa, un paisaje helado e invernal y muy bonito.
Pero un paisaje que ya por repetitivo y tardío en el calendario nos ha hecho ansiar más, si cabe, la estación primaveral que esta a punto de llegar.
A estas alturas y después de un invierno intenso deseamos abrir ya nuestras ventanas al buen tiempo y disfrutar de otros colores y de una luz más cálida. Es un momento en el que la decoración tiene su punto álgido en los complementos textiles.
Las cortinas, de cuya importancia y sus múltiples posibilidades estéticas y de confección ya hemos hablado en otras ocasiones, ahora se convierten en más importantes que nunca. A medida que el sol vaya adquiriendo más fuerza, las necesitaremos para velar un poco su luz, y no quedarnos ciegos en el interior de nuestra casa.
Pero hasta entonces, serán el abrazo de los primeros rayos de sol que entran a través de los cristales, el marco perfecto para esta obra de arte que se llama sol.
Las posibilidades de confección son muchas y muy variadas pero hay una norma decorativa que ha proliferado en los últimos años y que es la que sin duda nos indica que esas cortinas están ahí desde hace muy poco. Los centímetros de más.
Hace años las cortinas morían unos centímetros antes de llegar al suelo, pero poco a poco se trató de igualar la altura de la habitación al largo de las cortinas y estas fueron ganando centímetros, hasta llegar prácticamente a tocar el suelo.
Pero la cosa no se quedó ahí, en la última década se ha impuesto la maxi-cortina, la cortina cuya medida supera con creces la altura de la habitación, y se apoya en el suelo formando unas atractivas arrugas que confieren a la estancia una sensación envolvente y vaporosa, muy agradable en invierno, por la calidez que trasmite, pero también en verano, por el volumen que imprime a las cortinas aunque estén recogidas a ambos lados de la ventana.
A estas alturas del artículo no puedo evitar contaron una anécdota personal acerca de estas maxi-cortinas y del nombre que reciben en mi casa. Hace unos años, cuando decoraba mi casa y me ocupaba de cada detalle, acudí a una tienda de decoración textil a comprar las cortinas.
Allí tras explicar un poco el tipo de decoración que estaba imponiendo en mi casa, los colores y demás, el dueño de la tienda no lo dudo: -Osea, que tú querrás unas cortinas “paciendo”, ahí por el suelo-.
Desde ese día, en mi casa la maxi-cortina ha sido bautizada con el nombre de “cortina que pace”, y de reconocer que la importancia que le otorgué en un primer momento a un elemento como este, ha ido creciendo de forma exponencial con el paso del tiempo. Las caracolas que genera el tejido extra otorga a mi casa una sensación de abrazo sin igual.
Fotografías: Potterybarn, Destiny & Design, Yacara
Por Olaia Pellón
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Publicado el: 12-03-2010 | Autor: Olaia Pellón