Parece que no, pero los rodapiés de una habitación hacen mucho por su estética. Ocultan las juntas de dilatación de los suelos de tarima, tapan los cortes de los materiales, aíslan los encuentros entre pared y pavimento... E incluso pueden ocultar cables e instalaciones eléctricas o de datos. Cambiar el viejo rodapié de una habitación es más sencillo de lo que parece, siempre que contemos con los materiales y la herramienta adecuados y que sigamos atentamente todos los pasos. En primer lugar hay que quitar el rodapié original. Lo normal es que sean de madera o aglomerado, y que estén clavados a la pared. Haciendo palanca con una pata de cabra o, en su defecto, un destornillador, los podremos separar fácilmente para retirarlos. Es buena idea conservar las piezas viejas si no están rotas para medir los nuevos tramos que necesitaremos.
Los rodapiés de cerámica son más complicados de quitar, ya que están pegados con cemento-cola. En este caso tendremos que picarlos con un cincel o cortafríos y una maceta de albañil. Hay que dejar la pared perfectamente limpia y lisa para poder pegar las nuevas piezas de cerámica, de nuevo con cemento-cola, o para clavar o encolar un rodapié de madera o aglomerado (si queremos cambiarlo). Si vamos a pegar cerámica, tendremos que tener ya cortadas las piezas e ir colocándolas en la posición correcta con la ayuda de un nivel de burbuja, extendiendo el cemento-cola con llana dentada sobre la pared y fijando las piezas, golpeándolas ligeramente con un mazo de goma. Una vez seco el cemento, rellenaremos las juntas entre las piezas y con el suelo con pasta para rejuntar.
Colocar un rodapié de madera o derivados de la madera es más fácil y limpio. Los de mejor calidad son, por supuesto, los de madera maciza, sobre todo los de maderas tropicales. Los de derivados (aglomerado o DM) resisten peor la humedad y suelen terminar por hincharse o deteriorarse. Para comenzar el trabajo es necesario tener una herramienta que corte las piezas en inglete. Aunque puede hacerse con un serrucho de costilla y una caja de ingletes, es mucho mejor contar con una ingleteadora eléctrica que nos facilitará el trabajo y hará cortes mucho más exactos. Siempre se puede alquilar para un fin de semana a precios muy ajustados. Los tramos rectos también deben unirse con uniones en bisel (a 45º), para que las juntas queden mejor disimuladas.
Las piezas cortadas se colocan con adhesivo o con clavos. Lo normal es hacerlo con clavos de acero galvanizados (de color marrón oscuro), mucho más resistentes, que no se doblan al golpearlos; aunque de nuevo, es mejor contar con una pistola de clavar para ir más rápido y con mejores resultados. Si pegamos el rodapié a la pared tardaremos menos tiempo, pero luego nos resultará más difícil retirarlo cuando lo tengamos que cambiar. Las uniones entre piezas, cuando no son muy exactas, se pueden rellenar con masillas para madera del color adecuado: blanco, roble, nogal... Como hemos mencionado más arriba, hoy día existen rodapiés con canaletas internas que sirven para alojar cables, facilitando así la instalación de los cables eléctricos en las habitaciones.
Imágenes: Inviting home, Made in China, Ak Teknik, Engadget.
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Categorías: Arreglos en el hogar
Publicado el: 23-12-2010 | Autor: Marta Sánchez