La vuelta de las vacaciones, el inicio del curso escolar y el cambio de temporada nos obligan a tomar decisiones de almacenamiento cada fin de verano que provocan mucho estrés si no se organiza todo bien. Para evitar verte envuelto en un maremágnum de prendas de vestir, calzado, ropa de cama, toallas de playa y seguramente unos cuantos cachivaches de playa/piscina… sigue estos sencillos consejos.
Prendas de vestir. Es el momento crucial en el que decidir hacer dos montones: el de la ropa que quieres guardar para otro año y la que sabes que ya no te volverás a poner. Apila la segunda en una bolsa y dale una salida rápida (algún conocido, ONG, lote para vender de segunda mano a precio muy reducido, consignas auspiciadas por algunos ayuntamientos en los que dejar o coger la ropa que se necesita…). El vestuario que no te vayas a poner hasta el siguiente verano puedes almacenarlo de varias formas:
Calzado.
Las cajas de plástico con tapa y alguna abertura por la que respirar son una solución para guardar el calzado de verano de lona o sandalias que no se puedan deformar. Chanclas, bambas y calzado que ocupe mínimamente pueden almacenarse “de pie” en las cajas metálicas decorativas de los panettones (¿a que no sabías que uso darles…?). No te llames a engaño y tira todo aquello que sabes a ciencia cierta que el año próximo te parecerá descolorido, pasado de moda o simplemente que ya ha cumplido su ciclo de vida útil. El resto del calzado más delicado, con “pelotas” papel de seda o de periódico dentro para que no de deforme, en sus cajas o en un mueble zapatero.
Ropa de los niños.
Necesitas ser realista con las prendas de los niños. Gorras, bañadores de lycra, calzado… Si está muy usado, tíralo sin miramientos. Aparta en otro montón todo lo que consideres que les estará pequeño el próximo verano, y no podrá heredar un hermano, y dale una salida útil (familiares o amigos con niños, contenedor de ONG, etc.). Guarda sólo aquello que consideres que está en buen uso y que es posible recuperar el próximo verano. El almacenamiento se hace igual que la ropa de los mayores, aunque te abultará menos.
Colchas, sábanas y ropa de cama en general.
Abulta tanto que es necesario saber cuál será su destino antes de decidir retirarla cada temporada. Lo mejor es depositarla en bolsas de plástico con cierre de las que venden en bazares para este uso, con o sin válvula de vacío, según el espacio de que dispongas. Pon en su último lavado una cucharadita de bicarbonato para eliminar malos olores. Guárdala lavada, bien doblada y con unas hojas de laurel para que huela bien (o, en su defecto, un producto antipolilla con un perfume de tu agrado). Haz coincidir el día de su almacenamiento con el de la salida de los edredones para la nueva temporada…
Juguetes de aire libre.
Si tienes espacio para guardar pelotas hinchables, flotadores, cubos y palas, aletas y gafas de bucear, el chaleco de corchos o similar, la tabla de bodyboard…. ¡Estás de enhorabuena! Limpia todo bien bajo el grifo con una gota de lavavajillas a mano y una vez seco guarda en cajas de plástico, si es posible, en el trastero. Si lo tienes que guardar en los armarios de casa y dispones de poco espacio, sé realista una vez más… ¿Está en buen estado? ¿Se volverá a usar? A veces merece la pena deshacerse de ello antes que guardarlo todo un año para luego destinarlo al cubo de la basura.
Ventiladores portátiles, mosquiteras desmontables…
Llega el momento de dejar de usarlos hasta el año que viene. Ahora nos parecen un trasto para el que necesitamos buscar hueco, pero el verano que viene volveremos a alegrarnos de reencontrarlos. Guárdalos bien limpios, en bolsas de plástico de basura cerradas y alójalos preferentemente en una estantería alta del trastero.
Fotografía: Ikea
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Publicado el: 12-09-2011 | Autor: María Tebar