El martes fue carnaval, y tras dar un paseo por la ciudad y comprobar que la imaginación de las personas no tiene límite, me he dado cuenta que tenemos mucho más claro aquello que no le sienta bien a nuestro cuerpo, que aquello que no le sienta bien a nuestra casa, a la que en muchas ocasiones llegamos a disfrazar.
Tenemos claro cual es límite a partir del cual no debemos subir la falda o bajar el escote, tenemos muy claro que el azul nos sienta bien y que no podemos patear la ciudad sobre unos tacones de 10cm. Somos conscientes de que para unas cosas es imprescindible la etiqueta y para otras los vaqueros, y en carnaval hacemos todo lo contrario, buscando una personalidad que no nos corresponde.
¡Perfecto!!... pero entonces… ¿Por qué nos rendimos a las modas y a las tendencias de decoración más que a nuestra propia vida, a la hora de decorar nuestra casa?
Las tendencias y las modas de la decoración están ahí para seguirlas, no seré yo quien diga lo contrario, pero todo en su justa medida, o más bien en la medida de nuestra casa. Poner una mesa de comedor enorme, rodeada de una multitud de sillas y cenar en el sofá, apoyados en una ridícula mesa de centro en la que no cabe nada, es disfrazar nuestra casa de restaurante y convertirnos en el ayudante de cocina que come apartado.
No necesitamos esa mesa de comedor, la opción más cómoda para nuestras costumbres pasará por una mesa de centro más grande y elevable, para que sentados en el sofá podamos cenar cómodamente.
Una cocina enorme, llena de cosas y con un espacio central es muy cómoda para quien cocine a diario y desarrolle la vida en esa cocina, pero es un ridículo disfraz de “cocinillas doméstico” para quien vive a diario fuera de casa, y la vida nocturna la desarrolla en el salón o el dormitorio.
No necesitamos esa inmensa cocina, pero sin embargo nos resultará muy útil añadirle esos metros de más a la zona de estar, e incluso fusionar los espacios.
Un dormitorio precioso, con unas delicadas lámparas apoyadas en la mesilla es una estupenda estampa decorativa. Pero si eso supone que nos veremos haciendo un enorme esfuerzo por ver qué es lo que pone en el libro que tenemos entre manos, esa estampa decorativa se convertirá en una preciosa estampa carnavalera.
Si tenemos la sana costumbre de leer, deberemos preveer la colocación de un potente flexo que nos alumbre la lectura, lo contrario es camuflar nuestras aficiones bajo un disfraz de dormitorio de anuncio.
Y así podríamos seguir poniendo ejemplos hasta aburrirnos. Cada persona vivimos nuestra vida de una forma concreta, y no salimos a la calle disfrazados salvo el día de carnaval en el que todo está permitido.
Con nuestra casa pasa lo mismo, es estupendo decorar nuestra casa con motivo de una celebración puntual o una fecha concreta, pero un disfraz permanente de “vida de otra persona”, es un absurdo además de una estupenda forma de complicarnos la vida.
Quítale el disfraz a tu casa, y concédele ese estilo y personalidad propia que todos tenemos y que debemos reivindicar. Nuestra personalidad nos hace ser exclusivos, diferentes… y únicos!!
¡¡Pues genial!!
Fotogrtafías: Santos, Ikea, Arredamentidiotti, Vibia, Gianluca Donati, Accente, B&B Italia
Por Olaia Pellón
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Publicado el: 19-02-2010 | Autor: Olaia Pellón