Pues si, estamos en la cocina. Una estancia que ha sufrido una tremenda transformación, ha dejado de ser ruidosa, grasienta y desordenada, una estancia de trabajo.
Los electrodomésticos se han convertido en silenciosos, lo que nos permite realizar en la cocina, diferentes actividades sin que el ruido de la lavadora de fondo nos moleste.
Los materiales también nos han permitido una evolución hacia espacios más limpios y asépticos. Superficies lisas, de fácil limpieza, pero con la misma calidez que nos aportan los muebles en el resto de la vivienda.
En esta cocina la distribución ha hecho que se diferencien perfectamente los espacios, lo que ha hecho posible incluir dentro de ella un espacio destinado a la lectura, el espacio que generalmente se destina al comedor, pero equipado como si de una biblioteca se tratara.
La cocina se distribuyó en “L”, y es el elemento central quien actúa de separador entre ambas zonas, y lo hace además sin perder su propia funcionalidad. Zona de cocción y fregado, con una trasera ligeramente elevada, para evitar derramar líquidos, o simplemente para que no se vea directamente la manipulación de alimentos.
La distribución es en este caso todo un acierto, consigue aprovechar al máximo el espacio, separar las zonas en función de su actividad, y facilita el movimiento por ambos espacios.
Fotografías: Poliform